jueves, 15 de mayo de 2014

El síndrome Obiang: así se desangra Guinea

Acaba de publicar el Fondo Monetario Internacional sus estimaciones de crecimiento del PIB en 2014 para los 45 estados que componen el África Subsaharariana. Pese a que incluye países que llevan años viviendo conflictos de calado en su territorio, caso de Sierra Leona, República Centroafricana o Congo, por citar sólo tres ejemplos, la única nación que sufrirá una contracción en su producto interior bruto será Guinea Ecuatorial. Preocupante (Beyondbrics, "IMF on Equatorial Guinea: plunging into recession", 12-05-2014).

En efecto, el organismo internacional espera una caída para este ejercicio del 2,4% que sigue al 4,9% de 2013. Alguien podría afirmar que hasta el mejor escribano echa un borrón, pero no es el caso. De hecho, la perspectiva futura es incluso peor. De acuerdo con esta misma institución, la recesión actual tornará en depresión en 2015, año para el que estima un colapso del 8,3% de su economía debido fundamentalmente a la menor producción de combustibles fósiles.

Pobre Pocero, la alternativa africana a su Seseña querida haciendo aguas, las que faltan precisamente en su proyecto toledano.

Javier Blas, el español que mejor carrera está haciendo en Financial Times, ha publicado desde el inicio de curso una interesante serie de reportajes que describen de manera detallada las razones que han conducido a este desaguisado macro, en el que la corrupción institucional juega, como se pueden imaginar, un papel esencial (Financial Times, "Equatorial Guinea: squandered riches", 03-02-2014) .

No hay que olvidar que Guinea Ecuatorial disfruta de la mayor renta per cápita de todo el espectro anteriormente mencionado, 22.300 dólares por habitante, cuatro veces más que Sudáfrica, hasta hace bien poco el líder regional (Valor Añadido, "Adiós Sudáfrica, hola Nigeria: África cambia de líder", 08-04-2014). El descubrimiento a principios de la década pasada de yacimientos de crudo y gas trajo consigo crecimientos interanuales de su PIB por encima del 50%, hinchando los bolsillos de su clase dirigente. El país llegó a ser el tercer mayor productor del subcontinente, sólo por detrás de Nigeria y Angola.

Sin embargo, el agotamiento de los pozos existentes y la ausencia de nuevos descubrimientos, debido en buena parte a la falta de diligencia a la hora de conceder licencias de la empresa estatal que gestiona estos recursos, ha llevado a que asome el reverso más tenebroso de esa ilusión de prosperidad. El 75% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza. Toda una paradoja en un estado sin deuda, con un terreno enormemente fértil y una densidad demográfica baja.

El problema local tiene nombre y apellidos: Teodoro Obiang, en el poder desde 1979 y que en las últimas elecciones legislativas ganó con el 95,4% de los votos. La oposición es perseguida, la libertad de prensa inexistente y el control de la riqueza nacional por parte de su familia, total. Aunque ha habido una mejora real de las infraestructuras en los últimos años, una parte sustancial de los fondos públicos han ido a parar a proyectos innecesarios, suntuosos o megalómanos como la nueva ciudad de Oyala, cerca del lugar de nacimiento del dictador. Ni la educación ni la sanidad se encuentran entre sus prioridades. Cualquier esperanza de prosperidad a largo plazo bajo su tutela es, a día de hoy, quimérica.

Ahora ha decidido buscar inversores internacionales que desarrollen proyectos agrícolas, turísticos, mineros o de servicios financieros en su territorio y compensen la pérdida de ingresos por otras vías. Para ello organizó un gran congreso local en Malabo en febrero de este año. Sin embargo, será una ocasión más para seguir llenando sus bolsillos a manos llenas mientras el país se desangra. Con un problema adicional, el día que desaparezca –y ya tiene una edad– ¿qué sucederá? Ay, Guinea de los amores del Pocero…